Cada vez que voy a Calasparra, no lo puedo evitar, tengo que ir al menos una vez al Santuario de la Virgen de la Esperanza, y este año, en mis vacaciones ya casi olvidadas, volví a cumplir con la tradición, dos días casi seguidos.
El Santuario es un lugar que además de precioso se respira paz, tranquilidad, da gusto pasear o sentarse un rato a disfrutar del entorno tan maravilloso y admirar el Santuario de piedra incrustrado en la montaña, es espectacular.
Llevo toda mi vida visitándolo y no me cansaré jamás.
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