¡Mi Tarta de Fresa! tantos años guardada en el armario del pasillo y yo sin enterarme. De pronto me vino a la memoria y le pregunté a mi madre qué fué de mi Tarta de Fresa, me dijo que la tendría yo, y yo, un poco cabezona que soy, ¡que yo no la tengo!.
Vale, pues viene a mi casa un día, abre el armario del pasillo, y se le ocurre abrir una caja, y allí estaba la pobre, encerrada en esa caja que no se sabe porqué, pero que hacía años que no la abría, y lo primero que se me ocurre al verla es olerla, ¡pero en qué estaba pensado!, ¡que después de 30 años continuaría oliendo a Fresa!
Como me gustaba mi Tarta de Fresa y qué contenta estoy de haberla recuperado. Ya no está encerrada, ahora está en su ambiente, con el resto de muñecas.
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